La tirilla

Santiago Donaire

Que le den a Perales

Otro verano a la mochila, éste está siendo especialmente largo y monótono, el calor no nos dio ni un día de descanso. Dicen que si sigue la tendencia inducida..

Otro verano a la mochila, éste está siendo especialmente largo y monótono, el calor no nos dio ni un día de descanso. Dicen que si sigue la tendencia inducida por el cambio climático, 2022 se recordará como un año no muy caluroso, ¡la que se nos viene encima!
Los que ya tenemos unos años, el cajón de los recuerdos será más del antes de ahora, que del antes de luego, por ello nos refugiaremos en aquellas tardes de agosto haciendo zis, zas con la regadera cargada de agua, refrescando el patín y el poyo, quitándole la flama. No había mejor forma de invitar a los vecinos, que prestos se iban dejando caer hasta llenar aquel foro de sabiduría y gracia. Sin orden del día ni moderador, se cascaba hasta bien tarde, temas diversos, pasando de las risotadas a los cuchicheos, que las ventanas sin climalit y bien abiertas eran muy traicioneras, donde se sintetiza mejor es en el dicho jaenero: “que le den por culo a Perales” que fue la respuesta de una vecina fogosa y escandalosa en sus orgasmos al recatado marido que le rogaba: “calla, calla mujer, que nos va oír Perales”.

Este verano desalentado por las playas masificadas y los viajes agotadores, opté por quedarme en Jaén, sé que no somos la ciudad más calurosa, ni la más inhóspita, pero salir a dar una vuelta a las 10 de la noche y encontrarte en la puerta con esa bofetada de aire a 35 grados es algo que en esos momentos parece irreal. Hubo oferta cultural, conciertos casi a diario y el cine de verano en la Plaza de toros, me encantaría que ese fuera su fin, la Plaza de cine. Este año estuvimos un poco más animados en las calles, pues incluso en las peores horas hemos visto turistas, eso sí con el abanico al máximo de revoluciones.

Gustamos de contar nuestras cosas como únicas: la mejor cerveza, las mejores tapas, donde hace más calor o más viento. Son cosas propias de pueblo grande, justo uno de nuestros mayores valores, por eso cuando quieren que nos parezcamos a las grandes urbes se equivocan, nuestra singularidad es el tamaño que nos permite vivir sin grandes desplazamientos, sin apenas polución y con el coste de la vida más asequible, aunque con la que está cayendo no se libra nadie de los altos precios.



Un verano con noticias desalentadoras, una guerra que nos encareció la vida y unos especuladores que lo subieron todo. Subieron los abonos y el gasoil y nos subieron los aceites, los cereales, el azúcar... aunque llevaran desde el año pasado guardados en los almacenes. La cara más salvaje del capitalismo que todo lo deja a la ley del mercado, bien que los artículos de lujo se vean sometidos a la especulación, pero con los productos básicos no se puede jugar, que la vida de la gente va en ello. Esto se tiene que regular.
Sé que no está de moda hablar bien del gobierno, pero muy contento con la subida de las pensiones, del salario mínimo, el mínimo vital, la reforma laboral, las ayudas al transporte público y gasolina, la excepción ibérica, el ahorro energético… No hay color con la anterior crisis.

A ver si el otoño nos trae la deseadas lluvias.

Salud.