Hace ya unos años los llamados negacionistas irrumpieron en la escena política con varias teorías acientíficas, de tal simpleza que parecían extraídas del Antiguo Testamento. También llamados terraplanistas por sus posiciones más propias del Concilio de Trento que del siglo XXI, podríamos tomarlos a cachondeo, pero acordaros que colocaron un presidente en EEUU y estuvo a punto de liarla, son muy peligrosos.
Que defiendan un mundo creado en 6 días por su Señor, puede parecer intrascendente, pero deja de serlo cuando ocupan plaza de profesores o terminan de Consejeros de Educación. Son el germen del resurgimiento del ¡Muerte a la inteligencia! de Millán Astray, que tanto dolor y atraso nos trajo. Los americanos los han descubierto ahora, nosotros los tuvimos gobernando aquí durante 40 años, más bien durante siglos.
Las teorías negacionistas no debemos banalizarlas, las mamarrachadas del terraplanismo y el creacionismo están acompañadas por otras teorías más peligrosas, como los antivacunas y los negacionistas del cambio climático. El no vacunarse aunque con ello pongan en peligro a toda la sociedad o el defender quemar combustibles fósiles sin límite, esquilmar caladeros o acuíferos son la expresión máxima del neoliberalismo, el capitalismo más salvaje, que se mueve por el beneficio inmediato de unos pocos, sin pensar en los demás ni en las futuras generaciones.
Para poder desarrollar su estrategia, veréis que no son tan simples, han adoptado la Libertad como bandera, tal que el cuadro de Lacroix. No nos engañemos la libertad de arrasar con los recursos naturales y de tomar cañas cuando nos mandan quedarnos en casa, es lo mismo que el derecho de pernada de los nobles medievales.
Quería hablar del cambio climático, pero me enrollé demasiado al principio. No tengo consejeros como el primo de Rajoy, intento leer y observar y lo que veo no me gusta: hay menos insectos, cada vez menos gorriones y las golondrinas que volvían para San Blas van como Jaén en decrecimiento. Nuestra paloma zurita o la buchona de Jaén ha sido desplazada por la torcaz que antes solo habitaba en las sierras, hace más calor, llueve menos… todo cambia demasiado deprisa.
Más vale que nos pongamos las pilas, es muy preciso que la derecha civilizada de la espaldas a la montaraz. Se sume a la descarbonatación del transporte, a la movilidad sostenible, a las energías limpias, a los cultivos y explotaciones ganaderas respetuosas con el medio ambiente. Se nieguen al proceso de alicatar la costa hasta el techo. Me resisto a aceptar que cuidar el planeta sea una actividad solo de izquierdas, debe ser de todos o al menos de casi todos.
Salud
Santiago Donaire
La tirillaTerraplanistas
Hace ya unos años los llamados negacionistas irrumpieron en la escena política con varias teorías acientíficas, de tal simpleza que parecían extraídas...