En este verano aún no salí de Jaén, me quedé aquí. Por las noches harto del enclaustramiento alrededor del aire acondicionado, me atrevía a dar una vuelta por la ciudad, a la increíble temperatura de 35ª a las 11 de la noche. La imagen de calles vacías, sin nadie, era cuando menos estremecedora, la duda que me embargaba era ¿dónde están mis vecinos? Quizás ¿en los chalet de la vega de los ríos, en la casa del pueblo, en la segunda residencia de la playa o en el crucero comprado en el Corte Inglés? ¿Todos estaban de vacaciones? ¿Aquí no quedó nadie? Nuestra renta per cápita y el sentido común dice que en la ciudad había en esos fatigosos días mucha más gente de la que veíamos. Encerrados en su casa bajo el socorrido chorro de aire fresquito, con las ventanas de climalit cerradas y hasta las persianas bajadas. En un autoconfinamiento, esta vez sin ni siquiera el aplauso de las 8 de la tarde. Los niños refugiados en las consolas y los mayores en los canales basura de las televisiones que machaconamente en vez de contar la realidad se dedican a crear opinión, la de sus propietarios. No quiero caer en la nostalgia pero al igual que cuando cedimos las calles a los coches fue un atraso, lo está siendo también y muy grave cambiar las tertulias con los vecinos, la socialización, por el monólogo alienante de la caja tonta.
Hay que hacer más habitable la ciudad en verano, de forma que se propicie que la gente salga de sus casas. Faltan árboles, hay que replantearse las variedades y el tipo de poda, las fuentes donde los chorros salen del suelo y refrescan el ambiente (no pienso en las de la plaza de Santa María) son un buen recurso. Baldear las calles con agua no es una barbaridad aún a pesar de la sequía, pues ni un campo de golf se cerró hasta la presente y el 90% de las reservas de agua fueron utilizadas en los riegos agrícolas, ¡los vecinos también estamos entre las prioridades! Hay que propiciar que la gente prefiera pasar un poco de calor en la calle acompañados, antes que en la soledad refrigerada de la casa. Se deben generar espacios cómodos y frescos, donde la gente pueda hablar, sin necesidad de consumir. En cuanto a los chavales enganchados a la red, pues hacerles salir aunque sea con la consola bajo el brazo, puntos de encuentro frescos con una red de internet potente, donde al menos cuando levanten la vista de la pantalla puedan cruzar la mirada con un igual.
Salud .