Me suda la Polca

Jesús Calamidad

Atracción al desnudo

Todo bien pero todo mal

¿Has visto ese nuevo programa de televisión donde la gente se queda en cueros? Pero en cueros del todo, que si tienes HD puedes verles hasta los poros de las ingles. Yo sí, y todo bien pero todo mal. “Max naked attraction” en España y sencillamente “Naked attraction” en el Reino Unido más desunido del planeta: “Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán... ¡La libertad!” Peliculón. No me preguntes por qué es “Max” en la península porque me imagino lo peor del fantasmeo.

En España lo presenta Marta Flich, la comediante o la cómica, según se mire, activista feminista, breve presentadora de Gran Hermano y breve pareja del nieto del Genelarísimo y ojazos morenos que te caes en ellos y no te encuentra ni la Benemérita. Es muy mona y simpática esta chica aunque no tenga claras sus prioridades, como suele pasar. La verdad es que solo he visto extractos de la versión ibérica porque hay que pagar para disfrutar de la emisión completa, claro, pero la versión inglesa está todita gratis en el Youtube. Échale un ojo que ahí hay carnes trémulas y pálidas. De nada.



A mí es que no me parece para nada polémico, ni provocativo, ni disruptivo, en absoluto, un cuerpo desnudo. ¡Faltaría más! Estoy muy hecho a Egon Schiele y a Lucian Freud, por citar algunos. Yo mismo tengo un cuerpo desnudo que no es muy diferente al de los demás de mi sexo. ¡Vale!, culo carpeta y panzudo, pero del que tengo su uso y disfrute exclusivo hasta el óbito o la demencia, que es más de lo que tienen los nacidos en el mil ochocientos. De eso va el programa televisivo de marras, no de los nacidos en el mil ochocientos aunque todo llegará, sino de mostrar el cuerpo desnudo de los participantes de a poco a poco para conmover el apetito del participante protagonista, vestido pero no tanto ni mucho menos. Que esa es otra, si ya vamos medio en bolas por la calle por mucho invierno que se nos caiga encima. Sigo con el programa que si no me pierdo. Es como si pusieses a unos tipos o unas tipas en pelota picada bajando por un montacargas y un juez en la planta de abajo ponderando las bondades de esos pedazos de carne sin rostro que se descubren conforme la plataforma se distancia del dintel del acceso que se abre ante él. De los pies a la cabeza se va descubriendo el pastel y la guinda del centro anatómico. Todo para que el togado por obra del magisterio del espectáculo y los puntos de audiencia decida si llevarse esas tetas o ese papo o ese nardo o ese culo a casa para, ¡no sé!, meterlo en salmuela. Pars pro toto, sinécdote, y muy traído lo de toto. En principio, todo ésto, me recuerda a comprar un pollo desplumado y descabezado en el Mercadona, como no le ves los ojos al angelico pues a la cazuela con papas y lo mismo hoy te apetece pechuga que sobremuslo. Digo que todo bien pero que todo mal, no por nada, no soy un puritano, sino porque la desnudez me parece bien pero es mejor con un rostro que la acompañe desde el principio porque no está bien hacer puchero con las personas. La cara suele armonizar al conjunto, por nada es el espejo del alma no siempre y casi nunca sí pero aún así es lo que podemos leer e interpretar, casi nunca acertadamente aunque eso es lo que hay. Eso es lo que me chirría, lo de mostrar a un ser humano desde los pies hasta el cuello, como en una morgue. Yo aprovecharía el evento y les pondría en el dedo gordo del pie una etiqueta con el nombre o el apodo, tipo “La Yeni” o “El Jonatan”, y especificando que están vivos y calientes y que están dispuestos a todo por un minuto de notoriedad.

Hay un momento en el programa en que la presentadora anima a las aspirantes a que seduzcan al elector con sus pechos. Estamos hablando de que en este momento del espectáculo las nenas ya tienen al aire el Pars pro toto , claro es lo que va por encima de las rodillas, los pechotes y aún no asoma la cara. Ya tenemos el ochenta y cinco por ciento de la geografía de la chica y aún no podemos reconocerla. Pollo del Mercadona. Marta Flich, referente feminista. Lo que no entiendo es que saltasen la prueba de leer los labios, ya que estamos. En fin, yo no soy guionista. Lo cierto es que me ha parecido inquietante y me ha dejado muchas preguntas. La verdad es que al final se le ve la faz a la peña, pero hasta que llega ese momento ya te has merendado unos sesenta kilos de carne de media y lo que apetece es un orujo, no una expresión pánfila y ávida de fama.

Insisto, no tengo ningún problema con la desnudez, ninguno. Yo mismo fui modelo de dibujo al natural durante un breve tiempo y me resultó muy interesante enfrentar esa vulnerabilidad inducida culturalmente. Fue una experiencia nada sencilla pero muy enriquecedora. No la volvería a repetir si pudiese evitarlo, aunque no me arrepiento en absoluto y mis huevos afeitados tampoco. Ahí dejo una imagen imborrable para tus pesadillas. Solo recuerdo un par de momentos vergonzosos ligados a una alumna treintañera muy lozana y de generoso busto, que no dudaba en regalar al mundo para satisfacción de propios y ajenos, que estuvo a punto de hacerme plantar una pica en Flandes a favor de ciertas miradas traviesas mientras posaba espléndido en mi desnudez como un discóbolo pasado de tapas y bocatas del Aliatar . Doy gracias a rock por recordar de memoria la alineación del Real Madrid en la Final de la Champions del noventa y ocho. Nada como eso para desinflar el ánimo y centrarse en el éxito sublimado de la victoria sobre la naturaleza. Once tíos en calzones son el bromuro perfecto, en mi caso, por supuesto, no voy a entrar en preferencias. Por eso digo que no me escandalizan seis cuerpos desnudos, cada uno ubicado en una vitrina, en un mostrador, para el juicio de un o una mindundis aún vestida, el cuento del Traje del Emperador al revés, pero me chirría como se plantea esa exposición, esa escenificación. No lo veo claro yo, no. Recuerdo el chiste de la bolsa de Simago en la cabeza y no sé por qué. Mal chiste, por cierto. Apreciar un cuerpo descabezado... no sé, no las tengo todas conmigo. Desde mi humilde punto de vista, no hay nada que ensalce más un pecho agradable que una sonrisa preciosa y unos ojos brillantes. Llámame ñoño pero seguiré siendo Calamidad hasta que venga la flaca.

Tú míralo y ya me cuentas. Todo bien pero todo mal, ya te lo digo. No sé, chirría. Si te soy sincero, yo recuerdo los rostros, las expresiones y he olvidado los cuerpos. Igual por eso no me encaja el planteamiento del programa. Pero también he de confesar que muchas veces miras un culo y no sabes ponerle cara. Siempre son culos o tetas vestidos, también te informo, pero igual... no sé, voy a verme el segundo. Mi afán investigador no tiene medida. ¡Ay, el método científico!

P.D.: Lo de la censura del Youtube es un cachondeo, ¿no? Le tienes que tapar el pezón a la venus de Botticelli, pero en este programa televisivo he visto, ya yo, pavos con menos zarzo. ¿O es que eso era antes? Lo de la censura, digo, lo de los pavos sí. Puede ser. Si vamos a desnudarnos es mejor hacerlo del todo.