Mis amores

Juan José Gordillo

Mis amores (nueve)

La poesía reúne las mejores condiciones para entablar batallas líricas (sin objeción de conciencia) sobre lo que es la patria

Imposible no escribir sobre las elecciones de ahora para los gobiernos municipales principalmente. Cómo abstraerse de no opinar sobre un asunto de tanta importancia como este. Había pensado en escribir sobre la presencia de los testigos de Jehová en nuestras calles, presencia continua que no desfallece ni con las DANAS, y mi experiencia conversacional con ellos el día que se me ocurrió abriles la puerta de mi casa, ofrecerles asiento y agua fresca y dialogar de modo ecuménico sobre el fin del mundo que me anunciaron estaba a la vuelta de la esquina, y pasado el anuncio, sobre la visibilidad de los ángeles en el mundo actual, sea en el paisaje industrial o en el rural y hostelero como es nuestro caso. Pero dejé a un lado contar esto y su abrupto final y centrarme más en qué sabemos de los partidos políticos que pretenden gobernar nuestra ciudad, hablo por la mía principalmente, y de sus propuestas para mejorarla y mejorar nuestra vida de paso.

Pensé escribir también sobre la sequía que nos abate inmisericórdemente, sobre el futuro incierto que con mayor o menor gravedad se dibuja como consecuencia de la falta de agua. Pensé en el papel que tanto El Abuelo como Nuestro Señor de las Aguas pueden jugar en mitigar semejante drama, si realmente ambas advocaciones estarán interesadas en inmiscuirse en un problema de origen y consecuencia planetarios (y más allá), y muy en particular en el De las Aguas porque se la juega a un todo o nada. Pero desistí por motivos que no voy a contarles. El agua municipal, en cambio, la gestión del agua, de todas las aguas, pluviales, potables, reciclables, las aguas perdidas, las aguas sometidas a la presión del riego y de las piscinas, sí me parece una cuestión sobre las que los políticos municipales debieran haber aclarado, nunca mejor dicho, su posición. El agua es uno de los escasos patrimonios públicos que aún nos quedan tras años de barra libre para hacerse con el estado público, previamente troceado al gusto de comensales poderosos. Cuidar el agua, el ciclo del agua, desde su extracción hasta su salida a ninguna parte, o a plantas depuradoras que le dan una nueva vida, me parece una meta para alcanzar y prolongar nuestro mejor futuro. Hay comarcas en nuestro territorio que han dado pasos en esta dirección de la misma agua-dos-veces-agua. Pero yo observo escaso cuidado con su uso y manejo no siempre con argumentos y criterios de austeridad franciscana. No cabe excusa ni razón que prolongue más el abuso de las aguas subterráneas en nuestra tierra. Si el agua es un bien público no se entiende que los gestores de este bien no cumplan con la obligación de amparar nuestro derecho a su disfrute, derecho que nos iguala, por descuidarse en la vigilancia y sanción a quienes burlan las leyes para satisfacer beneficios privados.

También le di vueltas a escribir sobre la patria. No he escrito nunca sobre esta cosa. Sí que he leído sobre ella y sobre todo lo que dicen los poetas al respecto. La poesía reúne las mejores condiciones para entablar batallas líricas (sin objeción de conciencia) sobre lo que es la patria, hasta donde llega, en qué lugares se observa, con qué vestidos se disfraza, qué bocas la besan y cuales la escupen, la patria a la plancha o con bechamel, una patria o millones de patrias, la patria en los zapatos de los últimos de la fila, la patria es la lengua en la que sueñas, un viejo invernadero de pasiones[1], si la patria tiene o no tiene muros, si habita en nuestra infancia qué hace después, las axilas y el pubis, la papada[2] de la patria, tantas patrias que se venden en mercados para la ocasión. Quise escribir de la patria pero en estos tiempos es oportuno no hacerlo tan temprano como es ahora, cuando escribo en el amanecer de mi casa. Sin embargo, sobre la vivienda y la visión que tienen de ella los diferentes partidos me parece oportuno proponerles algunas cuestiones: ¿conocen realmente el alcance del problema?,  ¿lo tienen ellos, candidatos y candidatas, resuelto?, ¿saben cuántas familias en nuestra ciudad necesitan una vivienda pero carecen de medios para hacerse con ella?, ¿y los pisos y casas deshabitadas, abandonadas por sus propietarios, deterioradas por el olvido?, ¿tienen previsto intervenir con dinero público en este problema para plantear soluciones urgentes a necesidades largamente no resueltas?, ¿el acceso a la vivienda pública y barata debe premiar a los trabajadores con rentas bajas o medias pero con capacidad de afrontar las obligaciones dinerarias de tal envite o debe hacerlo para aquellos sectores constituidos en torno a estructuras y normas sociales atrasadas y escasamente esforzadas en el ascenso económico y social?  La complejidad del abordaje de este tipo de intervenciones públicas, en el caso de que se produjeran, debiera someterse al debate público entre quienes tendrán que encarar este problema. Leí en un panfleto de los extremistas de mi pueblo que la patria empieza en el municipio y pensé que semejante aseveración si no está forzada por el uso obligatorio de la palabra patria en cualquier cosa que quiera decirse, patriapatriapatria, es de una bajeza intelectual muy seria, lo normal por otra parte en esas latitudes del abanico partidario.  Tal vez por eso, el vínculo entre esta escritura sobre la patria, el muro, la vivienda, los marginados y la poesía tenga algún sentido.



Quise escribir sobre el chapGPT, que es la expresión más sintética y elevada de la inteligencia artificial, y de lo que puede suponer, o está suponiendo ya, en tantos campos de la comunicación humana, en la investigación, en el desarrollo inmediato de la humanidad, pues afecta a todos los órdenes de la vida, excepto aquellos más triviales que puedan resolverse cómodamente por Tinder y Meetic, principalmente. Pero decidí no hacerlo (ni tampoco encargar al programa que me escribiera este mis amores nueve) y lanzar  directamente al corazón, sede secundaria de la inteligencia que tantas veces la sustituye, al corazón de nuestros candidatos y candidatas, que si, además de su inteligencia, estarían dispuestos a contar con la inteligencia del contrario para abordar juntos acciones que debieran ser unánimes e inquebrantables como algunas de las que aquí se han apuntado: vivienda, agua, pobreza, igualdad, oportunidad.

Decidí no escribir sobre el racismo rampante, mucho rampante, porque España no es racista en la noche dormida, pero lo es cuando suena el despertador de los dormidos. Decidí no escribir sobre la mentira, sobre la negación de lo que realmente somos para que nadie nos robe el descanso y seguir durmiendo. Dejé para otra madrugada la escritura.


[1]Denominación de origen: extranjero, de Juan Bonilla (copiado de)

[2]Alrededor no hay nada, de J. Sabina (copiado de )