Qué gran dictadura es la nuestra, la española de ahora mismo. Lleva apenas unos días funcionando, solo cuatro meses, pero su capacidad demoledora está quedando a todas luces patente. Tremenda dictadura como suelen decir los sudamericanos de las suyas acostumbrados ya tanto a este fenómeno político que no han tenido más remedio que acudir en uno de sus territorios más ilustres, la Argentina de Perón, y nombrar a un gran demócrata como Milei para acabar con ella al menos en ese rincón del cono sur. Que tiemblen ya en la vecina Chile mineral puesta a los pies, también ahora, de otro dictador apellidado Boric. Su apellido ya lo dice todo, telón de acero, sonrisa gélida, proletariado, policía militar, filete ruso y buen baloncesto, señales inequívocas incrustadas en el adn de un régimen totalitario como el propio.
De todas las dictaduras de la historia la más férrea es sin duda la de España, porque termina, etc, etc, diría posiblemente el gran poeta Machado hoy convertido en poeta maldito por esta dictadura nuestra. Desconocen los dictadores que mientras ellos escriban y prescriban sus leyes de hierro en el Boletín Oficial del Estado los luchadores por la libertad usarán la poesía de Félix Machado y Antonio Lope de Vega, para oponerse desde la metáfora y el calambur, tremendo calambur como dicen en Venezuela, o desde la sinécdoque y la rima en asonante a semejantes textos tiránicos. Palabras hermosas contra hechos deleznables. Frente a la ignominia del insulto el suave placer de la metonimia, frente a la acusación por corrupción la respuesta liricoirónica, frente a una falsa reivindicación por parte del tirano de que son otros los corruptos la tajante defensa de la actividad agropecuaria resumida en ese monumento machadiano del me gusta la fruta que inevitable e implicitamente nos lleva a ¡El limonar florido, / el cipresal del huerto, /el prado verde, el sol, el agua, el iris! Gracias, Isabel.
Una dictadura tremenda como la nuestra no se monta de hoy para mañana, ni se improvisa así por las buenas, porque entonces sería fácilmente desmontable incluso para un juez de guardia en una noche sin luna que, como buen jurista lírico (no olvidemos nunca el valor de la poesía en este tránsito terrible hacia lo desconocido), mira al cielo y piensa escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, / y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". Por ejemplo, insisto.
Incluso cualquier cabo de reenganche del ejercito de la Caballería hispana, a la espera de algún trabajo propio de su arma oxidada por el desuso, en otra noche bélica más en el youtube que sigue desde hace años de los caballeros las prefieren rubias podría pensar como otras tantas lo ha hecho en “¡ A galopar,/ a galopar /hasta enterrarlos en el mar !” El solo y otros dos colegas más de baja graduación como él, también seguidores del mismo youtube y acérrimos de la rima en consonante se bastarían para ese enterramiento de quienes mienten y engañan y deslegitiman las urnas.
Item más. El clero en su conjunto pero muy especialmente el sector cardenalicio con un par de hisopazos se llevarían por delante los malignos espíritu, “pido que España expulse a esos demonios”, que nos rodean sin ser vistos con ojos que no sean los de la fe, verdaderos agentes del mal instaurado por este régimen liberticida. Ellos, los prelados, herederos de aquella jurisprudencia del santo oficio, pensemos en Munilla por un momento, se bastarían con proclamar con su poeta de cabecera cardenalicia: “Y tú eres ahora un Dios clandestino / ¿Por qué escondes tu rostro / olvidado de nuestra persecución y de nuestra opresión? / Despierta/ y ayúdanos! / por tu propio prestigio!” y que obrara el milagro. Nada más y nada menos
Una dictadura, resumiendo, como la que hoy padecemos, no se improvisa, no, ni será flor de un día. Ha sido planificada hace tiempo, mucho antes del golpe del 23J. Cada día se van conociendo viejos contactos habidos entre los que nos oprimen. Sabemos y esto es incuestionable que se ponen de acuerdo entre ellos abusando de triquiñuelas parlamentarias, y tal y tal, tales como las de sumar sus votos, los de sus escaños, para obtener su fin ansiado, sin reparar en la cantidad de votos que los defensores de las libertades han conseguido que es casi la misma, siete votos menos que no son nada, pues además carecen aquellos de la calidad del voto de estos, la del juez, la de Munilla, la de Isabel y la del cabo de la Caballería, esa amplia panoplia que junto a taxistas madrileños, tenedores de barras de bar y antros, defensores de la caza y del arte por excelencia, el taurino, y otros más. Toda la sociedad lírica hispana, todos quienes no nos acostamos sin incorporar a nuestro acerbo un verso más y su sentido figurado, por supuesto, convertiremos esta legislatura en un inaudito periodo poético bajo el manto protector de aquel Machado, no importa su nombre, y su verso certero, que muy bien pudo estar pensado en dictadores como el actual: Y ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Tremenda la cita.
Nota: perdonadme Machado, Antonio, Lope de Vega, Félix, Alberti, Rafael, Neruda, Pablo, Gil de Biedma, Jaime (doblemente), Cardenal, Ernesto y Serrano, Ismael, por traeros de estas maneras tan impropias a este relato de Mis amores)