El Gobierno de España va a subir las pensiones el próximo año un 8,5 por ciento, en una respuesta nítida a las necesidades que plantea a los pensionistas la inflación actual. Los gobiernos de Mariano Rajoy las subía un 0,25 por cien, haciendo que la vida cada vez fuese más cuesta arriba para quien no tiene más recursos que la justa pero nada abundante retribución a muchos años de esfuerzo.
Hace ya un mes, el presidente del PP, Núñez Feijoo, rechazó que las pensiones suban para 2023 lo mismo que el IPC, por cierto, tal y como establecieron la totalidad de las fuerzas políticas en el Pacto de Toledo. Paradójicamente, llegó a decir que “no nos oponemos a que las pensiones suban, no lo hemos hecho nunca”, y, en lugar de ser claro sobre cuál sería su decisión respecto del incremento de las pensiones si el PP gobernase, se limitó a dudar de las posibilidades del Estado para responder a la subida que el gobierno de Pedro Sánchez ha incorporado a los Presupuestos Generales del Estado. Incluso, llegó a inventarse una supuesta limitación de la Unión Europea a tales incrementos, que no es tal, porque las pensiones están al margen del gasto máximo que permite la UE.
Hay algo que sí hay que agradecer a Núñez Feijoo. Y es que ha dejado “negro sobre blanco” sus intenciones. Su hipotética llegada al gobierno acarrearía un empobrecimiento real de los millones de pensionistas de este país.
La tormenta de propuestas de reducción de impuestos a los más ricos por parte del PP tendría, como primer y único efecto, la disminución de los recursos públicos para financiar servicios, proyectos y prestaciones. La idea de que una reducción tributaria a quien más tiene derivaría en un mayor crecimiento económico está desechada hace muchos años. Incluso, en estas circunstancias actuales de dificultad, voces señaladas han pedido que se evite esa política de bajadas selectivas de impuestos a quien más tiene. El efecto no sería otro que la reducción de recursos públicos. Y son más necesarios que nunca.
No somos iguales. Desde la legitimidad de ideologías políticas tan distanciadas, es importante ser conscientes que el mantra de “todos son iguales” ni es verdad, ni busca otra cosa que aprovecharse de esos sentimientos de frustración y preocupación, que tan fácilmente florecen en tiempos de dificultad. Y hay que optar, porque en gran medida, las políticas de todo tipo, sociales, económicas, de fomento e infraestructuras…, están ligadas a las políticas fiscales. Y hay que mojarse.
Ana Tudela
Con el alma en pieNo somos iguales
El Gobierno de España va a subir las pensiones el próximo año un 8,5 por ciento, en una respuesta nítida a las necesidades que plantea a los pensionistas la inf